Gisella López Lenci

En 1989, el bloque soviético ya estaba implosionando. La caída del Muro de Berlín le puso punto final a la Guerra Fría e inició el camino de la reunificación de una Alemania separada por las ideologías: el capitalismo versus el comunismo.

La República Democrática Alemana (este) y la República Federal Alemana (oeste) volvieron a ser un solo país en los mapas, en la política y en la economía. Pero, 35 años después, los alemanes del este y del oeste continúan siendo ‘ossies’ y ‘wessies’. A diferencia de los ‘wessies’, que no veían cómo su país se diluía, los del este –que vivieron tres décadas bajo el yugo de una dictadura comunista– nunca llegaron a sentir que pertenecían a la nueva Alemania, a sus reglas y costumbres.

Y desde el oeste tampoco se hizo mucho por integrarlos, y esa es la factura que ahora les están pasando los ‘ossies’ con el apoyo a Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha que se convirtió en la principal fuerza de oposición del país y el segundo partido más votado en las elecciones del pasado domingo.

Si uno ve el mapa de los resultados electorales, la AfD ganó en los cinco estados que formaban la antigua RDA, excepto Berlín. Es decir, si la Alemania del este siguiera siendo un país, el ganador absoluto hubiese sido el partido de Alice Weidel.

Si bien la campaña se centró en la inmigración y en las consecuencias que ha traído la política de puertas abiertas que implantó Angela Merkel en el 2015, no se trata del único motivo por el que un partido disruptivo como AfD haya encontrado un terreno fértil en el este del país, más deprimido económicamente y que no pudo subirse a la ola del desarrollo de su contraparte occidental.

“Las estructuras democráticas que el oeste tiene desde 1949 solo existen en el este desde 1990. Un segundo factor son los diferentes niveles de renta y riqueza. Y el tercero son las desventajas en la zona oriental, ya sean reales o percibidas, que hace que algunas personas se sientan como ciudadanos de segunda clase”, explica a “El País” el politólogo alemán Gero Neugebauer, especialista en la evolución de los partidos en la RDA.

AfD también cuestiona a la política tradicional alemana, a la Unión Europea y la guerra en Ucrania, así como el mal manejo que se ha hecho de la economía en los últimos años, todos ellos reclamos transversales en un electorado cada vez más descontento. Sin embargo, sus vínculos neonazis siguen siendo el parachoque para que lleguen al gobierno. No se sabe hasta cuándo.

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Gisella López Lenci es periodista

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