
Desde que se consumó el ataque e invasión rusa a Ucrania, en febrero del 2022, Zelenski fue el favorito de los premios de resistencia en Occidente, y lo ungimos como el líder de una epopeya edificante; tan edificante que esperábamos que su débil república ganase al menos la guerra moral al ogro ruso Vladimir Putin.
Que Volodimir hubiera sido un actor cómico era un dato anecdótico para dar color a su perfil, el detalle que se olvidaba tan pronto lo veíamos en su moderno traje de guerrero viral: traza deportiva con polo de manga corta, arengando a sus soldados, rechazando las sugerencias de otros líderes de mudarse de Kiev para ponerse a buen recaudo.
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Hasta que Trump le quitó -el miércoles 19- el apoyo de Estados Unidos con esta frase cruel entre muchas otras: “comediante modestamente exitoso” (‘modestly successful comedian’). Mientras decía eso, en Riyad, Arabia Saudita, su secretario de estado Marco Rubio y el canciller ruso Serguéi Lavrov sellaban un acuerdo sobre Ucrania sin Ucrania. Su canciller Andrii Sybiha tuvo que contentarse con recibir el jueves en Kiev, un día después de la repartija simbólica de su futuro nacional, al enviado norteamericano Keith Kellogg. Kellogg ni siquiera estuvo en la cumbre de Riyad. Había acompañado al vicepresidente J.D. Vance el 14 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Munich cuando este dejó claro a los líderes europeos que EE.Uu ya no sería guardián y cajero de su seguridad. Una era se había acabado.
“Trump no solo lo ha llamado ‘comedian’; ¡se ha empeñado en demostrarlo! Quiere ridiculizar la epopeya ‘zelenskiana’ de presidente que salvará a su nación orquestando el apoyo de Occidente contra la secuela corrupta y tiránica del comunismo soviético”
¿Por qué resuena tanto la frase del comediante en este candelero? Putin ya había hecho varios recuerdos despectivos al pasado de Volodimir como actor pero, bah, era el enemigo mandando pullas fáciles. Trump no solo lo ha llamado ‘comedian’; ¡se ha empeñado en demostrarlo! Quiere ridiculizar la epopeya ‘zelenskiana’ de presidente que salvará a su nación orquestando el apoyo de Occidente contra la secuela corrupta y tiránica del comunismo soviético; para que en su lugar resplandezca la epopeya ‘trumpista’ de la América que se vuelve grande otra vez, dejando de acoger a migrantes pobres, dejando de apoyar a las izquierdas del mundo y arreglando las metidas de pata de su predecesor. Y para él fue una gran metida de pata de quien suele llamar ‘Sleepy’ Joe Biden el dejarse conmover por Zelenski para apoyarlo en una guerra que este lunes 24 cumple 3 años y muchos miles de muertos.
Servidor del pueblo
Trump no osaría reír a expensas de Ucrania pero sí lo hace a expensas de Zelenski. De esa manera invita a separar el drama del pueblo de la comedia de su líder. Pero esa es una infamia. Un comediante también puede ser un personaje trágico, o si quieren patético, una condición que envuelve a los dos extremos, y que empieza a bañar con una luz mortecina el perfil deportivo bélico de Volodimir. La soledad geopolítica de Zelenski, sin apoyo de EE.UU y con una Europa que podría resquebrajar la unanimidad de su respaldo, conmueve. Trump ha dicho también -disculpen que lo mencione tanto me es difícil visualizar a Zelenski separado de la mano que lo acogota- que tiene 4% de apoyo, pero esa es otra perversa exageración.
Volodimir llegó al poder en el 2019 como un outsider triunfal con 73% de votos a favor y en sus primeros meses de gobierno su aprobación estuvo alrededor del 70%. Es cierto que antes de que Rusia invada Ucrania la aprobación estaba entre 30% y 20%, pero con la guerra escaló al rango de los 90%. Tres años de conflicto lo desgastaron pero según una encuesta de diciembre del 2024 del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), ahora tendría 57% de aprobación y hay consenso en que se mantenga en el puesto hasta que cese el fuego, a pesar de que tiene el mandato vencido.
Si les parece un exceso ver a Volodimir bajo el prisma de lo patético; veanlo por el del estrés y la ironía que abruman a cualquier ser humano, por más extraordinario que sea. Escojo una sola ironía: antes de ser presidente, protagonizó una serie de TV titulada “Servidor del pueblo” en la que encarnó a un candidato que ganó la presidencia tras un video viral en el que fustigaba la corrupción de la élite política tradicional. Cuando decidió lanzarse a la presidencia, nombró a su partido Servidor del Pueblo. Si en la ficción su épica se basó en la viralización de su posición anticorrupción; miren, pues, ahora su epopeya es triunfar o perder una guerra que Trump lo acusa de haber irresponsablemente provocado. La Unión Europea ha replicado a Trump, evitando una lectura patética de todo esto: “Ucrania es una democracia, la Rusia de Putin no”. Que el pueblo quede mejor parado que su líder.