Diana Cortez López
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La atención médica en el Perú está fuertemente limitada por factores económicos, geográficos y sociales. Mientras que algunas clínicas en la capital cuentan con tecnología de punta, en áreas rurales la atención se brinda en establecimientos sin equipos básicos y escaso personal, dejando a muchas personas sin el servicio adecuado. La tecnología médica debería ser un puente, no una barrera. Sin embargo, el costo de los dispositivos médicos, el centralismo y la falta de personal capacitado hace que solo algunos puedan beneficiarse.

La ingeniería biomédica es una disciplina que aplica los principios de la ingeniería en mejorar la salud, la cual diseña soluciones capaces de romper estas brechas, con equipos portátiles y accesibles a las zonas destino. Desde dispositivos simples de diagnóstico remoto hasta sistemas de telemonitoreo complejos, la innovación biomédica consigue llegar a quienes lo necesitan, especialmente en comunidades rurales, donde la distancia y la falta de recursos limitan el acceso a una atención oportuna.

Desde mi experiencia en proyectos universitarios de innovación, he visto cómo pequeñas ideas se vuelven en grandes soluciones con impacto en salud. Sin embargo, para que estas funcionen, es importante contar con políticas que promuevan la innovación y el emprendimiento local, con un flujo continuo para la validación y el comercio de nuestras creaciones. Desde la universidad, iniciativas como hackatones o proyectos multidisciplinarios muestran cómo la creatividad estudiantil puede aportar al sistema de salud peruano.

La tecnología debe adaptarse al usuario, no al revés. No basta con crearla; debemos hacerlo pensando en quienes más la necesitan, con empatía y justicia social. Solo así podrá ser un camino hacia un servicio de salud más equitativo. En un país como el nuestro, donde la salud aún no es igual para todos, la innovación biomédica no es un lujo, es una necesidad urgente.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Diana Cortez López es estudiante de Ingeniería Biomédica en la UPCH

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