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“A partir de hoy, nuestro país florecerá y será respetado. En cada uno de mis días al frente del gobierno, pondré a Estados Unidos primero”, dijo Donald Trump en la rotonda del Capitolio el pasado 20 de enero, cuando regresó a la Casa Blanca. El miércoles 30 de abril se cumplen 100 días del inicio de su segundo mandato. Apenas 100 días pero que parecen muchísimo más. Porque desde que el republicano retomó las riendas de la administración en Washington no ha cesado de tomar medidas y casi no hay momento en que se deje de hablar de él y su gobierno.
El presidente Trump está buscando imponer su agenda en todos los ámbitos: en la economía, el comercio, la inmigración, la política exterior, la educación, la salud, las fuerzas armadas, las políticas sociales e incluso la presión de agua que llega a la Casa Blanca para poder lavarse “su hermosa cabellera”.
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Cuando inició su primer mandato, Trump tampoco desaprovechó el tiempo y desde el arranque dio varias órdenes ejecutivas para revertir muchas de las medidas de su antecesor, Barack Obama. Pero este año, el vendaval de medidas ha superado con creces lo ocurrido en el 2017.
“Trump aprendió de su primera administración que, si espera demasiado, pierde la capacidad de hacer cambios repentinos. No olvidemos todas las rotaciones de cargos que hubo en el 2017”, explica a El Comercio la doctora Nevena Trajkov, presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Jacksonville, Florida.
“Creo que estoy usando como se debe los poderes de la presidencia. Siento que hemos tenido unos exitosos 100 días”
Donald Trump
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Mitin de celebración
Para conmemorar sus 100 días en el cargo, Trump realizará un mitin en Michigan, el primero desde que regresó a la Casa Blanca.
Para ello, visitará el martes Macomb County, ubicada a las afueras de Detroit, una de las ciudades claves de la industria automotriz del país.
Michigan es un estado bisagra y fundamental en las elecciones, donde los demócratas y republicanos suelen pelearse voto a voto. Trump ganó allí en 2016, perdió en 2020 y ganó de nuevo en 2024.
Estas son algunas de sus medidas más sonadas y controversiales que ha tomado en estos 100 días de gobierno:
La guerra arancelaria y su abierto enfrentamiento con China
No era ninguna sorpresa que Trump iba a tener a China como su objetivo principal identificándolo como su adversario comercial y geopolítico. En su primer mandato ya había esbozado una suerte de guerra arancelaria contra el gigante asiático, pero nada comparado a lo que está ocurriendo hoy.
Desde el saque se enfrentó a sus más cercanos aliados, Canadá y México, a quienes les impuso tarifas por no controlar sus fronteras y permitir el ingreso de fentanilo a Estados Unidos. Y en ese saco también incluyó a China: 10% de aranceles adicionales. Con el transcurrir de las semanas la guerra fue escalando: en marzo aumentó otro 10% y China respondió con el 15% a los productos estadounidenses.

Hasta que llegó el 2 de abril, el “Día de la Liberación”, cuando Trump anunció impuestos para casi todos los países del mundo “por no ser justos con Estados Unidos”, bajo su estrategia de traer de vuelta la producción a su país. Esta decisión sacudió los mercados bursátiles y, sobre todo, puso en riesgo el mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos, lo que provocó que el presidente diera marcha atrás una semana después y dejara en pausa por 90 días su guerra arancelaria global. Excepto con China, al que le impuso tarifas del 145%, aunque luego puso excepciones para ciertos productos tecnológicos. El gobierno de Beijing no ha pestañeado hasta ahora, y ha respondido con el 125%, incluyendo la exportación de minerales raros, esenciales para los semiconductores.
“El presidente ha establecido un récord de agitación sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Pero las decisiones que tomó sobre los aranceles tuvieron el mayor alcance de consecuencias, ya que la medida obligó al mundo a reorganizarse por completo en cuanto a economía y alianzas políticas”, comenta Trajkov. “En esencia, esto ha erosionado cualquier confianza en Estados Unidos, tanto en el plano político, especialmente entre nuestros aliados, como en términos de inversión de capital”, agrega.
Los inmigrantes ilegales: enemigos públicos
Una de sus principales promesas de campaña ha sido, sin duda, la lucha contra la inmigración ilegal. Lo fue durante su primer mandato, pero no logró mucho más que extender partes el muro del que tanto había hablado. Esta vez el asunto ya ha tomado otro cariz.
26 decretos firmó Donald Trump el 20 de enero, en su primer día en la Casa Blanca. El primero fue la derogación de 78 órdenes ejecutivas de Joe Biden.
42% es la aprobación de Donald Trump según una última encuesta de Reuters/Ipsos del 22 de abril.
Además de declarar la emergencia nacional en la frontera sur de Estados Unidos, dio carta blanca para que se incrementen las redadas y arrestos contra aquellos sospechosos de ser indocumentados. Así, la ICE (la agencia federal de inmigración) detuvo a unos 33 mil migrantes en sus primeros días de mandato, algunos de ellos con estatus legal y permisos de trabajo. Además, se le puso fin a una serie de protecciones para migrantes de algunas nacionalidades, como el TPS, y se pausaron varias solicitudes de residencia.

Sin embargo, lo que más repercusión ha tenido ha sido la deportación de unos 200 venezolanos sindicados como miembros del Tren de Aragua hacia el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una prisión de máxima seguridad en El Salvador, en un acuerdo al que Trump llegó con el presidente Nayib Bukele. Aunque la medida, invocada bajo el amparo de una ley de 1798, fue revocada por un fallo judicial, el Tribunal Supremo levantó el impedimento, mostrando también el enfrentamiento dentro del aparato de justicia estadounidense en torno a las decisiones del republicano.
Elon Musk y el recorte de gastos estatales
El ingreso del multimillonario Elon Musk a la Casa Blanca ha sido una de las más polémicas. Como asesor especial del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), su tarea se ha enfocado en recortar los gastos del aparato estatal con el fin de reducir costos, despidiendo a miles de empleados federales de diversas oficinas, y cerrando agencias como USAID, o medios de comunicación como Voice of America, que han sido claves para Washington en las últimas décadas.
Según un recuento de “The New York Times”, unas 134 mil personas han sido despedidas o han renunciado anticipadamente, mientras que aún se planea el recorte de otros 145 mil puestos de trabajo. Algunos de los cesados han sido repuestos gracias a órdenes judiciales, pero nada asegura que sus cargos estén asegurados.

A simple vista no se trata solo de burócratas que llenan el aparato estatal, sino de especialistas y técnicos en áreas tan sensibles como defensa, energía, seguridad nacional, meteorología (en un país que sufre los embates anuales de huracanes), educación, salud, administración pública, entre otros.
Para Trajkov, Trump estaba más controlado en su primer mandato que ahora: “En su primera administración tenía un gabinete y un equipo que controlaban sus acciones y evitaban gran parte del caos que vemos hoy. Esta vez, Trump se ha rodeado de aduladores en su gabinete y prácticamente ha capturado las instituciones”.
La pugna contra las universidades de élite
Otro aspecto del regreso de Trump ha sido su cruzada contra lo que se llama la ‘cultura woke’, el progresismo que está en las antípodas de su agenda ultraconservadora. Como parte de eso, las universidades de élite -que son los centros de pensamiento liberal más reputados de Estados Unidos y el mundo- han estado en su punto de mira.
Bajo el argumento de que permitieron el año pasado las protestas contra los bombardeos israelíes en Gaza, el presidente acusó a las instituciones educativas de permitir el antisemitismo y amenazó con cortarles las subvenciones, que son cruciales para sus investigaciones. Entre las afectadas están la Universidad de Columbia -que aceptó varias de las exigencias de Washington-, Yale, UPenn, Cornell y Harvard, la más antigua y emblemática de la conocida Ivy League.
La administración Trump ya congeló 2.200 millones de dólares de financiamiento para Harvard, que no ha dudado en responder con una demanda. Sin duda en las próximas semanas veremos más capítulos de esta batalla legal, que se ha vuelto personal para el presidente pues el abogado que ha contratado Harvard trabaja, además, en la Organización Trump.
La guerra en Ucrania y el zarpazo a los aliados
Antes de llegar a la Casa Blanca, Trump dijo que acabaría con la guerra en Ucrania en 24 horas. Cien días después, la guerra no ha terminado y las negociaciones aún no llegan a buen puerto, pero por lo menos se han iniciado.
A las pocas semanas de asumir su segundo mandato, decidió sacar de la congeladora las relaciones con Rusia y habló con el presidente Vladimir Putin durante 90 minutos señalando su objetivo de llegar a un acuerdo, ignorando a sus socios europeos y resquebrajando una alianza que parecía incólume desde la Segunda Guerra Mundial.
En el camino, recibió en la Casa Blanca al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, al que maltrató públicamente, tildó de “dictador” y casi lo culpó de haber iniciado la guerra. Sin embargo, la frustración parece estar aburriendo a Trump quien, en un aparente cambio de postura, le reclamó a Putin los recientes bombardeos rusos sobre Kiev.
Aún es muy pronto para saber si Trump seguirá persiguiendo la paz o finalmente emprenderá la retirada y seguirá enfocándose en lo que más le interesa: neutralizar a China.