
Cuando leí sobre el drama de Sofía, sentí que algo dentro de mí se rompía. No solo por tratarse de una niña de 4 años que depende literalmente de una mochila para sobrevivir, sino porque su historia encierra un drama migratorio, humanitario y político que lamentablemente se repite con demasiada frecuencia. Sofía —pseudónimo para fines de hacer público relato— es una niña mexicana con una enfermedad rara, y si la deportan, como le han advertido a su familia, su vida podría extinguirse en cuestión de días.
Su caso se ha dado a conocer en una rueda de prensa en Los Ángeles, mientras su madre, Deysi Vargas, explicaba su situación. Sofía estaba allí, jugando con un cochecito en una mesa llena de libros infantiles, como cualquier otra pequeña, pero lo que no se ve a simple vista es lo que más duele: esa mochila que carga a la espalda no es un accesorio, es un sistema médico que la mantiene viva. Y ahora, el gobierno de Estados Unidos podría quitárselo todo.
UNA CONDICIÓN MÉDICA QUE NO PERDONA
Sofía nació prematura en Playa del Carmen, México, y muy pronto enfrentó complicaciones de salud. A los pocos meses, fue diagnosticada con síndrome del intestino corto, una condición que impide que su cuerpo absorba los nutrientes necesarios para vivir. Ha sido operada seis veces y, desde que tiene memoria, su vida gira en torno a hospitales, sondas, y fórmulas médicas.
En México, su salud no mostraba mejoras. “Mi hija no crecía ni mejoraba”, contó Deysi. En la Ciudad de México, donde buscaban mejor atención médica, la pequeña permanecía internada sin avances reales. Hasta que alguien le habló a la familia de la posibilidad de migrar legalmente a Estados Unidos bajo un permiso humanitario.
UNA VÍA LEGAL: EL PAROLE HUMANITARIO
En julio de 2023, la familia Vargas logró ingresar por el puerto fronterizo de Tijuana-San Ysidro gracias a la aplicación CBP One. Allí solicitaron el llamado parole humanitario, una figura migratoria discrecional que permite la entrada a EE.UU. por razones urgentes de salud o beneficio público. No garantiza la ciudadanía, pero ofrece un respiro temporal.
Ese permiso fue, literalmente, un salvavidas. Con él, Sofía fue atendida primero en San Diego y después en el Hospital Infantil de Los Ángeles. Su tratamiento actual, que requiere nutrición parenteral intravenosa todas las noches por 14 horas y cada cierto tiempo durante el día, es imposible de replicar en México. Su médico, John Arsenault, ha sido claro: interrumpir ese tratamiento sería “letal en cuestión de días”.

LA REVOCACIÓN QUE LO CAMBIA TODO
Pero en abril de 2025 todo cambió. La familia recibió una carta del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) notificándoles que su permiso había sido revocado. También perdieron sus visas de trabajo. Las cartas que han recibido son claras y frías: deben abandonar el país por sus propios medios o enfrentar la deportación.
La revocación forma parte de una política más amplia impulsada por la administración de Donald Trump, enfocada en eliminar beneficios migratorios otorgados durante el mandato de Joe Biden. Miles de personas, como los Vargas, han sido notificadas de que ya no tienen estatus legal. Incluso la app CBP One se ha transformado ahora en CBP Home, orientada a facilitar “autodeportaciones”.
La abogada Gina Amato, de la organización Public Counsel, representa a la familia. Ella dijo que lo que más les preocupa es que ICE, la policía migratoria, pueda detener a la madre en cualquier momento, interrumpiendo así el tratamiento de Sofía. “Sería devastador. Ella depende de cuidados constantes y específicos. Si Deysi es arrestada, no hay quien mantenga a su hija con vida”, me explicó con un nudo en la garganta.
Y tiene razón. El caso de Sofía no es solo médico ni migratorio: es humano. Deportar a una niña con estas condiciones sería inaceptable. Los mismos médicos han alertado que el acceso a nutrición parenteral no está disponible en México, al menos no con la continuidad y rapidez que ella necesita.
APOYO POLÍTICO Y DIPLOMÁTICO
La historia ha tocado muchas fibras. Un total de 38 congresistas demócratas firmaron recientemente una carta dirigida a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, pidiendo que se reconsidere el caso. Incluso la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México ha intervenido, recordando que la familia no ha violado ninguna condición de su estancia legal.
Hay una sensación de urgencia. Mientras escribo esto, la petición para renovar el permiso humanitario aún está bajo evaluación. Pero el tiempo corre, y la amenaza de deportación pesa como una sombra sobre una familia que solo quiere salvar la vida de su hija.
UNA VIDA COLGADA DE UN HILO... Y UNA MOCHILA
Ver a Sofía jugar, ir a su escuela en Bakersfield, reírse con sus compañeros y cargar su mochila con los nutrientes que necesita, es profundamente conmovedor. Porque detrás de esa normalidad hay un sistema médico delicado, supervisado por profesionales estadounidenses, que no puede trasladarse de un país a otro como si fuera una maleta.
Cada noche, su madre le conecta una vía intravenosa. Cada día, una enfermera en la escuela le administra su tratamiento. Es una rutina compleja, pero gracias a ella, Sofía vive. Y vive como una niña de 4 años: con ganas de jugar, de aprender, de soñar.
Me cuesta aceptar que la salud y la vida de una niña estén sujetas a la discrecionalidad de políticas migratorias. Esto no es un caso aislado: es una muestra de cómo decisiones burocráticas pueden tener consecuencias irreversibles. Deportar a Sofía, en este contexto, sería condenarla.
La misma abogada Amato lo resumió en una frase que no me puedo quitar de la cabeza: “Esto no solo es ilegal. Es un fracaso moral”. Y sí, lo es.
La historia de Sofía no debe pasar desapercibida. Compartir su caso, hablar de ella, presionar a las autoridades y apoyar organizaciones como Public Counsel es una forma concreta de ayudar. Porque esto no es solo sobre una visa o un permiso temporal. Es sobre la vida de una niña de 4 años que solo quiere vivir.
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Bachiller en Periodismo de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Con siete años de experiencia en medios de comunicación escritos, tanto en ediciones impresas como digitales. Actualmente redacto para el Núcleo de Audiencias del Grupo El Comercio.