
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha vuelto a encender las alarmas en la comunidad de Frederick tras la detención de Moisés Alberto Figueroa Bonilla, un migrante salvadoreño que, según las autoridades, no solo vivía en el país sin documentos oficiales, sino que también formaba parte de la temida pandilla criminal MS-13. Con un historial migratorio plagado de entradas y salidas forzadas, su caso se ha convertido en un ejemplo de los desafíos que enfrenta el sistema migratorio de Estados Unidos.
NO LE IMPORTABAN LAS LEYES DE INMIGRACIÓN
El pasado 27 de mayo, oficiales de ICE Baltimore ejecutaron el arresto de Figueroa en su residencia en Frederick. La detención, que se produjo tras una intensa vigilancia, volvió a poner sobre la mesa la preocupación de las autoridades sobre los riesgos que supone la presencia de individuos vinculados a organizaciones criminales.
Nikita Baker, directora interina de la Oficina de Campo de ICE Baltimore, no tardó en pronunciarse: “Las reiteradas entradas ilegales de este individuo a Estados Unidos, a pesar de múltiples deportaciones previas, demuestran un total desprecio por las leyes de inmigración de nuestro país”.

SU HISTORIA EN ESTADOS UNIDOS PARECE UN GUION REPETIDO
En 2011, el Departamento de Policía del Condado de Prince George lo arrestó por posesión de marihuana, pero el salvadoreño nunca acudió a su cita judicial. Meses después, la policía de Frederick City lo detuvo nuevamente, esta vez por posesión de parafernalia. El ICE, al tanto de su historial, presentó una orden de detención migratoria el 7 de noviembre de 2011. Fue entonces que comenzó el ciclo interminable de arrestos y deportaciones que marcarían su vida.
El 30 de noviembre de 2011, un juez de inmigración ordenó la expulsión de Figueroa a El Salvador, y finalmente fue deportado el 27 de enero de 2012. Sin embargo, esa no sería la última vez que Estados Unidos lo vería. Figueroa, con una persistencia casi cinematográfica, volvió a ingresar al país en repetidas ocasiones. Entre noviembre de 2015 y febrero de 2019, la Patrulla Fronteriza lo detuvo tres veces y cada vez fue deportado a El Salvador. Pero ni las órdenes judiciales ni las fronteras fueron obstáculo suficiente para él.
En total, el salvadoreño acumuló cuatro deportaciones formales antes de este último arresto. Su historial revela las fisuras del sistema migratorio y las limitaciones para controlar las entradas ilegales. La última detención, el pasado 27 de mayo, se realizó en su casa de Frederick, donde vivía tras haber burlado nuevamente la vigilancia fronteriza. ICE confirmó que Figueroa permanecerá bajo custodia mientras se resuelve su situación.

ICE REFORZARÁ LAS MEDIDAS PARA QUE LOS DELINCUENTES EXPULSADOS YA NO REGRESEN
Las autoridades de ICE no solo resaltaron su historial de entradas ilegales, sino también el riesgo que suponen sus supuestos vínculos con la organización criminal transnacional MS-13, conocida por sus actividades violentas y su influencia en comunidades vulnerables. “Su conocida afiliación con la violenta organización criminal transnacional MS-13 representa una clara amenaza para la seguridad pública”, subrayó Baker, confirmando la postura inflexible de ICE ante estos casos.
Más allá de su caso particular, la historia de Figueroa plantea interrogantes sobre la efectividad de las deportaciones y el control fronterizo. ¿Cuántas veces puede regresar alguien después de ser expulsado? ¿Qué medidas se necesitan para frenar el flujo de personas con antecedentes criminales graves? ICE Baltimore ha dejado claro que continuará priorizando la detención de aquellos que, como Figueroa, representan una amenaza para las comunidades que buscan proteger.
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Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.