
Con la llegada del verano, muchos padres comienzan a llenar la despensa para disfrutar de unas vacaciones llenas de juegos y buena comida; sin embargo, en medio de la diversión, surge una preocupación: ¿cómo proteger a los niños de las toxinas invisibles como los microplásticos y los llamados “químicos eternos”, que están presentes en muchos productos de uso diario?
La pediatra Manasa Mantravadi tomó medidas drásticas en su propia cocina y compartió tres cosas que ha decidido eliminar por completo. Según explicó, los niños son quienes están más expuestos a este tipo de peligro. “Son más vulnerables a las exposiciones dañinas por la forma en que sus cuerpos crecen, funcionan y se comportan”, dijo en conversación con el New York Post.
Debido a que los pequeños consumen más en relación a su peso corporal, los efectos de los químicos tóxicos pueden ser aún más intensos en ellos. “El cerebro, los pulmones, el sistema hormonal, el sistema inmunológico y el intestino de los niños están en pleno desarrollo”, explicó la doctora. “Esto los hace más sensibles a sustancias que alteran el equilibrio hormonal, la señalización celular y el desarrollo neurológico”.

Además, los efectos de estas exposiciones no se quedan en la infancia. “El contacto temprano con toxinas puede marcar el riesgo de por vida. Sustancias como ciertos plásticos o el plomo se almacenan en la grasa o los huesos y permanecen en el cuerpo”, dijo, advirtiendo que estos químicos pueden aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como asma, trastornos metabólicos, infertilidad, TDAH e incluso algunos tipos de cáncer.
Aunque los microplásticos son una preocupación todo el año, el verano representa una “tormenta perfecta” para la exposición. Según Mantravadi, las altas temperaturas, los autos calurosos y los eventos al aire libre con bolsas plásticas o vasos para niños hacen que estos productos liberen más sustancias peligrosas. Por eso, decidió retirar tres cosas de su cocina: utensilios y bolsas plásticas que se calientan con la comida, productos de limpieza agresivos (prefiere vinagre con bicarbonato), y snacks ultraprocesados disfrazados de “saludables”.
Precisamente, esta preocupación la llevó a fundar Ahimsa, una línea de vajilla colorida, irrompible y libre de toxinas para niños.

El medio citado señala que, cuando la Academia Americana de Pediatría publicó en 2018 una advertencia sobre el uso de plásticos en la alimentación infantil, Mantravadi se sintió impactada no solo como doctora, sino también como madre. “El mensaje fue claro: solo el vidrio y el acero inoxidable son seguros”, dijo. “Ambos son materiales inertes que no transfieren químicos a la comida”.
Para ella, no se trata solo de evitar riesgos, sino de crear hábitos saludables desde temprana edad. “Los padres son los primeros maestros de nutrición y salud ambiental de sus hijos, no con palabras, sino con el ejemplo”, explicó. Sus productos buscan enseñar a los niños a comer de forma equilibrada, con compartimentos que hacen que entender las porciones y la variedad sea más fácil y hasta divertido.
“Estamos moldeando la forma en que los niños entienden la comida”, concluyó. “Creo en reducir riesgos ahora, pero también en invertir en su salud de por vida”.

Qué debe incluir la dieta de un niño
Según KidsHealth, la alimentación de un niño debe ser variada y equilibrada para asegurar un crecimiento y desarrollo saludables. Se recomienda incluir una amplia gama de frutas y verduras de diferentes colores, que aportan vitaminas, minerales y fibra esenciales. También es crucial incorporar granos integrales, como pan, arroz o pasta integral, que proporcionan energía sostenida. Las proteínas magras son son igual de importantes, presentes en carnes de ave sin piel, pescado, huevos, legumbres y frutos secos, que contribuyen al desarrollo muscular y la función celular.
El portal destaca la importancia de los productos lácteos o sus alternativas fortificadas para el calcio y la vitamina D, esenciales para huesos y dientes fuertes. Es vital limitar el consumo de azúcares añadidos, presentes en golosinas, bebidas azucaradas y muchos alimentos procesados, así como las grasas saturadas y trans. Fomentar hábitos alimenticios saludables desde pequeños y hacer de la comida una experiencia positiva y familiar son claves para que los niños desarrollen una relación sana con los alimentos.