Enrique Planas

Por desgracia no se sabe cómo bailaba, pero sí que causó estragos y fascinación allá por los años 20 y 30 del siglo pasado. Los únicos registros son los reportajes de época, que hablan de una danza provocativa, lejana en el tiempo, que remitía a siluetas egipcias escoltadas por pirámides. Un registro que incluía desde flamenco hasta tangos. Por lo que sugieren los arrobados textos de los reporteros de entonces, la española debía mover sus caderas de forma sublime.

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La muestra “MALI Colecciones. Adquisiciones y donaciones (2019 – 2023). Moderno: pintura, fotografía y gráfica”, nos devuelve el recuerdo de la fascinante Tórtola Valencia (1882-1955), tan célebre en su tiempo como olvidada en la actualidad. Su fotografía luce dentro de una exposición de pinturas, fotografías y gráfica, que trasciende la visión tradicional de las Bellas Artes del Perú del siglo pasado. Solo los expertos en la historia de la danza podrían dar cuenta hoy de la bailarina que fuera la imagen del perfume Maja de Myrurgia. Poco más se sabe de cierto de su vida. Le gustaba jugar a la confusión y lo mismo afirmaba que era descendiente de Goya que una humilde gitana. Incuestionable es que murió en su magnífica residencia de Sarrià, barrio de Barcelona, cerca de la plaza que lleva su nombre. “La mujer más bella de Europa”, le llamaban a la artista que triunfó como bailarina escenarios de medio mundo y que tuvo a intelectuales de la época, como José Carlos Mariátegui, Rubén Darío o Pío Baroja, rendidos a sus pies por su exótica belleza, su piel morena, ojos almendrados, crespa cabellera negra y sensualidad gitana.

Coreógrafa, diseñadora de sus propios trajes y escenarios, su repertorio abarcaba estilos y ritmos diversos, interpretaciones inclasificables dentro de los cánones establecidos de la danza, que entonces también practicaban maestras como Ana Pavlova o Isidora Duncan. El programa de sus presentaciones podía incluir el ballet “La Bayadera”, melancólicas melodías árabes; la Marcha Fúnebre de Chopin; el poema coreográfico de su Salomé, con su célebre danza de los siete velos o su “Danza guerrera arcaica del Perú”, que estrenó en Lima en 1925 en el Teatro Forero (Hoy Municipal), tras descubrir el mundo andino de la mano del maestro Daniel Alomía Robles.

Pero en Lima hizo historia con su “Caravana Hindú”, performance patrocinada por la revista limeña “Mundial”, que la diva presentó en las calles del centro de Lima como parte de los carnavales de 1922. El desfile incluía la presencia de camellos del Jardín zoológico. Para entonces, José Chioino, poeta y periodista de El Comercio, recuerda que el funcionario a cargo de los animales no garantizaba que los camellos soportarían tal exhibición callejera, pero a pesar de eso se hizo el Intento. Tórtola Valencia facilitó los trajes y telas para la caravana. En el corso carnavalesco, la artista recorrió el Paseo Colón ataviada como si fuera a participar en una danza oriental, muy bien montada en el dromedario. AI llegar a la Plaza Bolognesi, en un tabladillo especial, la española bailó la “Danza Hindú de Bantock”, recibiendo luego una ovación clamorosa, anotaba el redactor.

Retrato de Tórtola Valencia (1917) realizado por Diego Goyzueta (1886 - 1974). Impresión en gelatina de plata sobre papel. Museo de Arte de Lima. Comité de Formación de Colecciones 2019. Donación José Majluf.

La muestra “MALI Colecciones. Adquisiciones y donaciones (2019 – 2023). Moderno: pintura, fotografía y gráfica” se presenta en la Sala 3 del MALI. Últimos días.

La exposición ofrece una mirada profunda a los diversos espacios creativos del Perú en el siglo XX.

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