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Haliburton y Gilgeous-Alexander son la prueba de que todo esfuerzo tiene en algún momento su recompensa. Hace cuatro años, cuando su representante lo llamó para anunciarle que había sido incluido en un intercambio, Tyrese se encerró a llorar en su habitación en Sacramento. “Quería volverme en uno de esos jugadores que fueron reclutados en algún lugar para concluir en un legado dentro y fuera de la cancha. Quería ser alguien que la gente supiera que estaba de su lado”, confesó el basquetbolista en un texto publicado en The Player’s Tribune el 14 de febrero del 2022.

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A su vez, seis años atrás, Shai Gilgeous-Alexander también se convertía una de las siete monedas de intercambio de Los Angeles Clippers para traer a Paul George desde Oklahoma. El traspaso fue como reabrir una vieja cicatriz de su adolescencia, cuando -con 12 años- fue desafectado del primer equipo de la escuela católica Saint Thomas Mores en Hamilton, Ontario (Canadá).

Hoy, Haliburton y Gilgeous-Alexander son ahora el presente y futuro en el mejor básquet del mundo, a propósito del partido de las finales de la entre y el .

Haliburton, el secreto de su básquet

Cuando ‘Hali’ era un niño en Wisconsin, su padre lo sentaba delante del televisor. Mientras Tyrese tomaba el control remoto y sintonizaba los dibujos animados, John Haliburton sacaba el DVD y le hacía ver las cintas de Magic Jonhson, el basquetbolista que reescribió el puesto de base en la NBA. Simple: si te gusta conducir la orquesta, que mejor que las obras del mejor director.

Las clases no se detuvieron solo en los partidos de Los Angeles Lakers de los 80, sino también se dictaron con el gaming: el 2k, el videojuego de la NBA. Si vas a pasar horas a la semana con los amigos en la consola, el juego también puede dictar cátedra. “Honestamente, gran parte de mi conocimiento para saber cómo jugar proviene de los videojuegos. Cuando estás con ese ángulo de cámara, puedes ver todo lo que tienes delante, eso me viene bien en la cancha”, confesó.

En el campo, ‘Hali’ manipula el juego a su modo: controla y dicta el ritmo de los Pacers y ha impulsado la ofensiva de uno de los mejores equipos de la NBA en los últimos tres años. Semanas atrás, cuando un grupo de jugadores lo consideró el “jugador más sobrevalorado” de la liga, el base, de 1.96 metros de estatura, brilló en los playoffs, gracias a la profundidad que le dio a los Pacers y las contribuciones que pudo obtener del resto de sus compañeros para llegar a las finales.

“Estamos viendo la creación de una superestrella y siendo testigos en tiempo real”, confesó el histórico Reggie Miller en plena transmisión, luego de que Haliburton imitara su famoso gesto del ahorcamiento a Spike Lee en 1994, cuando los Pacers vencieron a los Knicks.

Hoy en día, Haliburton ha sido resiliente y firme de lo que puede hacer él y sus Pacers, para crear el legado que ha deseado toda su vida, aunque él le baja las revoluciones. “Siento que estamos inventando estadísticas para hacerme quedar mejor, pero solo intento jugar bien”, respondió, entre risas al llevar a Indiana nuevamente a una final de la NBA, tras 25 años.

Para llegar a la cima de la NBA, Haliburton amplió su dieta y practicó tiros con Drew Hanlenm como entrenador personal. (Foto: NBA)
Para llegar a la cima de la NBA, Haliburton amplió su dieta y practicó tiros con Drew Hanlenm como entrenador personal. (Foto: NBA)
/ Al Bello

Gilgeous-Alexander y la confianza

Charmaine Gilgeous, madre de Shai, fue una atleta que corrió los 400 metros planos con Antigua y Barbuda en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y su padre Vaughn Alexander es un fanático del básquet, quien ejerció como su tutor sobre la cancha en sus inicios con el básquet. De niño, siempre fue pequeño y sin técnica o velocidad que lo diferenciaran del resto, pero las horas de entrenamiento fueron la prueba de que la práctica te convierte en un mejor profesional.

“Nunca pensé que sería un MVP hasta que una vez empezó la conversación, nunca pensé que eso fuera a suceder. Siempre que podía ser bueno son solo concentrarme, trabajar y controlar lo que uno puede controlar”, indicó Gilgeous-Alexander en cuanto a su presente en la NBA.

Tenía 11 años cuando la familia se mudó a Hamilton, Toronto, una ciudad que no la cambia por Los Ángeles, Nueva York o Las Vegas. “Podría tener lo que quisiera. Si hubiera que ponerle preparadores que se fueran con él a Hawái, pero prefiere quedarse en Hamilton y entrenar con sus amigos”, confiesa Mark Daigneault, su entrenador, quien construyó un equipo alrededor de él en el Thunder.

13 años después de quedarse a puertas de un título de la NBA, el Thunder ha regreso al último partido de la temporada. Oklahoma avanzó a las finales por primera vez desde que Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden lo hicieron en el 2012. Liderados por Gilgeous-Alexander (1.98 metros), la franquicia tiene la esperanza de que sea el inicio de una dinastía.

El canadiense es sereno, no se detiene en su paso con el balón y no habla con nadie, ni con árbitros o rivales en el campo. Gilgeous-Alexander siempre tiene la misma cara y expresividad que lo han parecido a Kawhi Leonard. “De niño soñaba con ganar el MVP, pero de niño, era un sueño falso. A medida que pasan los días y te das cuenta de que te acercas a tu sueño, es difícil no entrar en pánico. Es difícil no volver a ser un niño de 6 años”, aseguró, a la espera del juego final.

Shai Gilgeous-Alexander les regaló un Rolex a todos sus compañeros de equipo, tras ganar el MVP. (Foto: Getty Images)
Shai Gilgeous-Alexander les regaló un Rolex a todos sus compañeros de equipo, tras ganar el MVP. (Foto: Getty Images)
/ Zach Beeker

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